jueves, 11 de noviembre de 2010

Italian for Begginers


Sonno arrivata martedì, molto stanca, ma molto felice. Roma e una vera città aperta. Tutti gli cosi romani me piacen: il dialetto, la gente, il traffico!!

Princesa, Lo: grazie mile. Io he visto Roma con gli occhi dun romano, no con gli occhi dei turista.

Ciao, caros! Auguri per il vostro matrimonio!

PD: Princesa, excusa il mio italiano; sonno "begginer", tu sai!

jueves, 11 de febrero de 2010

By all means


Esto clama al cielo: tengo que hacer una entrada sobre mi semana con Ted y Supercrisis.

La comida basura nunca me supo mejor. La nieve helada nunca cayó mejor. Las esculturas del Tate nunca fueron tan ridículas.

Comparada con la calma relativa de ahora mismo, la semana pasada fue un huracán. Tuve sueño las 24 horas del día y también algo que hacer. Ellos me señalaron el gris plomizo con mucho salero y yo me encogí de hombros, pues esta es mi casa y ni la fuerza de todos los dioses podría cambiar el viento scouser. Y bien, una casa no es un hogar. Pero una casa puede tener, perfectamente, una tienda de curiosidades atendida por Herbert West; Re-Animator, donde las corbatas molonas se vendan a precio de risa. Puede tener un restaurante chino en medio de la jauría de niñas semi-desnudas donde te sirvan un excelente pollo en salsa de judías negras. O mil McDonalds, mil Starbucks, dos mil Café Neros.

Pero vamos a ver: ¿en qué otro lugar del mundo mundial habríamos podido cantar, cogidos por los hombros con otros desconocidos, All You Need Is Love como colofón de la noche? Desde luego no en Chester. En Chester se saca fotos, se va de compras, se come bien, se pasea por la muralla. Los frikis vivimos, sin embargo, en Liverpool, donde estamos muy cómodos siendo parias.

Además, admitid que en ningún lugar se discute con tanto glamur sobre cine y series como en un Philarmonic emoquetado, bebiendo vino horroroso. Jo, ¡si hasta nos echaron del faux-indio! ¿Recordáis el delicioso olor a lejía junto al giantesco calzzone? Yo nunca lo olvidaré.

Tras esto, ya solo me queda alcanzar la fama, un paso más cerca desde que grabé aquella entrevista, esa que vosotros y yo sabemos...

Gracias a los dos por haberme hecho reír.

lunes, 11 de enero de 2010

Receta para una merienda


Era el lugar idóneo y sin embargo jamás lo hubiera pensado. Allí no era el mundo, sino que el mundo era allí.
Había una mesa repleta de dulces y varios comensales que charlaban. Respiraban un aire de café solo.
Fuera, la tierra húmeda era un lodazal de indeterminado color pardo.


Aquella mañana Cousas y yo habíamos viajado en furgoneta hasta la capital compostelana. La ida fue tensa, pero a la vuelta hicimos miles de bromas sobre llevar todo el puto día en la furgalla. Por la tarde, a golpe de furgalla blanca, recogimos a Thomas y nos adentramos en territorio desconocido... Gracias al simple, pero increíblemente preciso, mapa que nos había dibujado La Princesa, pudimos evitar la casa de la vecina loca y llamar al timbre de la puerta número 13. Era una señora casa, con su señor terreno. Dentro estaban todos y comimos y charlamos e intercambiamos regalos y sacamos fotos y, demasiado pronto, nos despedimos, porque había que irse, había que irse...


En el camino de regreso pensé que ahora comprendía mucho mejor a La Princesa. Tan solo había pasado una tarde allí, pero había sido suficiente para impregnarme de un gris plomizo, místico y tenebroso.
Un hogar para ancianos, una fábrica, un parquecillo abandonado, la obligada iglesia tétrica de piedra fría.
Yo no habría cambiado nada de esa tarde, excepto, quizás, mi generosidad para con ellos.