lunes, 13 de abril de 2009

(Inciso): Soror Lura


Mi hermana cumple años. Mi hermana pequeña.

Casi no recuerdo la vida sin ella.

Fue una hermana pequeña típica y atípica en medidas iguales: rompía mis juguetes, nos peleábamos, escondía mis cosas, me copiaba... pero no se empeñaba en seguirme a todas partes, era valiente y era ella quién tenía grandes celos de mí.

Lurita tiene un tesón que deslumbra. Por todo se esfuerza el doble. Un sobresaliente en su Ciclo Superior de Nutrición es algo que solo ella consiguió. Comprar un piso y decorarlo, hacerse independiente, ir en moto a todas partes, aprender a cocinar y a hacer repostería, clases de yoga y de pintura. Todo muy normal, pero todo con esfuerzo doble. La dislexia no ha podido con ella. Ahora saca libros de la biblioteca, unos tochos enormes de novela histórica (¡por dios!) y se los lee enteritos, cuidándose bien de anotar en una libreta todas las palabras que desconoce para buscarlas luego en un diccionario (o preguntármelas a mí, que me tiene por culta, ja, ja...). Le encanta leer en voz alta y ahí sí se le acusa la dislexia, pero por eso tiene más mérito, porque le da igual, sigue adelante, aunque tenga que repetir diez veces la misma palabra, o la frase entera.

Lura sabe quién es. Se ha puesto una meta asequible, que no poco ambiciosa. Tendrá que luchar con uñas y dientes; bien, está acostumbrada, no hay problema.

Hace casi una década, cuando yo no vivía aquí, nosotras no éramos hermanas, sino parientes que se veían de vez en cuando y entonces solíamos ir a beber un "chupito de hermanas". Ella es muy divertida cuando está borracha (bueno, normalmente es muy divertida, tiene un sentido del humor inocente y detallista, La Reina de las Cosas Pequeñas, la llamaría yo).

Cosas que hace Lura:

-Ir a Vigo de compras casi de noche.

-Quedarse hasta las dos de la mañana haciendo un pastel.

-Coger la moto e irse a alguna playita remota a leer en voz alta.

-Untarse los pies de crema hidratante.

-Abrir las puertas sin llamar antes.

-Decir "Hola, Pochi" cuando habla por teléfono con su novio Cobra.

-Negarse a comer algo porque: "Es que me sienta muy mal".

-Llorar.

-Llamarme Monkey (o sea, monqui).

Cosas que Lura no hace:

-Andarse con tonterías.

-Perder el tiempo. Excepto los domingos.

-Ir a las procesiones de Semana Santa.

-Coger películas buenas en el vídeo club: prefiere las "entretenidas".

-Dar su brazo a torcer.

-Mascar chicle.

-Salir de casa sin protector labial.

-Contar mentiras, ni aun cuando son necesarias.

-Ir con segundas. (Carece de ese tipo de maldad).

-Negarse caprichitos. La vida es muy corta.

En general, Lurita sabe lo qué le conviene. Pero igualmente, yo sufro por ella. Es tan delgada y tan cambiante... Sigo creyendo que necesita un guardián protector, aunque seguramente se trata solo de amor de hermana mayor. Pues no somos amigas: somos hermanas. Yo soy demasiado hermética y demasiado retorcida para que nos podamos entender. Sus planteamientos son sencillos, no se ajustan a la realidad de alguien con doble, o triple, personalidad. Ella siempre ha aprendido las lecciones que le ha dado la vida, por duras que fuesen y, a día de hoy, no conozco a nadie más que haya tomado decisiones con la frialdad que conlleva el tener los pies en el suelo.

Lura cumple años. Ya no es pequeña. Hace lo que tiene que hacer. Y yo la quiero más que a nadie, la quiero porque me cae bien, porque es mi hermana, porque no me entiende y no por ello me da la espalda, porque con ella La Verdad va en mayúsculas, porque me gusta ir de paquete en la moto, a la brisa de verano, a bañarnos en la cala. La quiero porque la gente que no la quiere es siempre gente mala; he ahí la clave. Quién desdeña a mi hermana tiene el corazón podrido.

Feliz cumpleaños Luri. Nunca vas a leer esta entrada.

viernes, 3 de abril de 2009

(Inciso): Caracol-cou-Cousas


Con la rapidez de un caracol. Pues no hay prisas. Que espere el mundo. Mi ritmo es mío.

Cuando pienso en Cousas me viene a la cabeza tal avalancha de anécdotas que me quedo mareada, sin saber cuál elegir. Hace toda una vida que nos conocemos y reímos juntas.

Cousas es muchas cousas:

-Niñita vestida de rosa que se dedica a tirar piedras en el monte y a rodar por lo capós de los coches en plan Corrupción en Miami. Con el conductor del coche dentro.

-Pre-adolescente bastante rebelde que baila al son de una canción guarra de Prince. Delante de todo el colegio. De monjas.

-Adolescente de peinado curioso que ya despunta en su estilo al vestir, que se dedica a pedirle a alguna amiga que empeñe los objetos de oro de su familia. Y que roba huevos de mármol en puestos callejeros. Porque sí.

-Chica de rostro angelical, aniñado, que trabaja y estudia y sobresale en todo lo que hace. Siempre sobresaliente. Siempre.

-Joven emprendedora que, si fuese un pulpo, tendría los ocho tentáculos ocupados. Dedicándose en cuerpo y alma a lo que le gusta, superando sus miedos, cabalgando el subir y bajar de sus problemas. Sin abandonar su buen sentido del humor. Nunca.

-Mujer profesional, guapísima, valorada en su trabajo y admirada por todos los que la rodeamos, que hace limpieza cada cierto tiempo. Limpieza a fondo.

-Cousas: amiga. Ir con ella a la playa y sacarnos fotos con una cámara subacuática. Coger el coche y rular por ahí, por donde cuadre. Pasar una tarde sembradas, de carcajada en carcajada, mientras los demás nos miran (¿estarán locas? ¿de qué se ríen? Bah, vosotros no lo pilláis). Sándwich de queso y bocadillo de Nocilla. Chupachups de sandía. Hacer dedo hasta Vigo y ¿qué hora es? : las cuatro, mujer, las cuatro. Siempre son las cuatro. Quitarnos de encima al Banderas no tuvo precio. Rollo maribollo sin falta en los baños del Vade, que hay mucho que ver, mucho. Volver de la noche copera y revolcarnos de la risa las dos en su cama (no sé, tenemos un momento de lucidez justo antes de dormirnos, es sistemático). Plan del Chocho, sacado con sudor y sangre de nuestros maquiavélicos cerebros, hartas ya de tanta mierda. Explota, explótame, expló, que dice Raffaella. El tequilita, ay el tequilita... Bueno, por lo menos ya no me hace beberlo de un táper. Jugar al Un, Dos, Tres en el graffiti de Tutu: Por cinco mil pesetas, nombres de números... Pi. Abrazarnos a Manu Chao.

Conversación en el coche viniendo de Santiago:

Cousas- Jo, no soy nada creativa, nunca hago nada artístico.

Pato- No digas eso, tía. Recuerdo que cuando tenías quince años ibas a cerámica. Se te daba muy bien. Me regalaste un colgante muy chuli. Aún lo tengo.

Cousas- (tras un breve silencio) Bueno, ya han pasado quince años y te lo puedo contar... Ese colgante... ¡Lo mangué en Agarimo!

Carcajada que casi nos hace chocar.

Pato- (secándose las lágrimas) Pues, ya que nos sinceramos... ¡Es un colgante horrendo!

Carcajadas aún más grandes. Morimos y resucitamos.

Y es siempre así con ella. Es una gran optimista. De la situación más grave saca el chiste. Comienza a conocerse de veras, a ofrecerse una calibrada autocrítica. Salir adelante con un kilo de responsabilidades, impuestas y auto-impuestas. Ser sincera y cariñosa, ser la perfecta anfitriona, ser una gran organizadora, ser ocurrente y amable con todos, ser la mejor aparcando coches del mundo mundial, ser una chica Cosmopólitan, la que mejor lleva el palabra de honor y los lazos, de rubia, de morena, de pelirroja o de verde botella. Cousas, siempre.

A mi maravillosa amiga Cousas: Te quiero, caracol.