domingo, 3 de mayo de 2009

El hombre del día: Mr. T


Mr. T está hoy de cumpleaños, pero muy lejos de aquí. Tan lejos que casi me olvido. Tan lejos que no podremos celebrarlo juntos. Lejos, como para no tener ganas de nada. Una taza de té, a lo sumo.

La primerísima conversación que tuvimos fue sobre su hermana, Moon. Había fallecido hacía tres años en un horrendo accidente de tráfico, dejando huérfanos a sus dos hijos. El resto de su familia era de una tonalidad británico-pintoresca que me supo a gloria: un padre y una madre artistas, que viven en una casita de chocolate con paredes de obras de arte y artilugios curiosos. Hermanos independientes, la coleccionamaridos y el gay recalcitrante, divertidos. Los niños. Niños como yo no había conocido hasta entonces; educados, inteligentes, cariñosos. Mr. T me ofrecía todo aquello y más.

Durante años nuestra vida juntos fue un continuo viaje. Todos los veranos planeábamos un destino distinto e intentábamos ser otras personas en cada uno de estos lugares.

Pero Mr. T lleva demasiadas cosas dentro y sigue, sigue buscando, buscando una de esas cosas para que haga click, de una vez por todas. Tiene miedo a la vida. Tiene miedo a perder a sus seres queridos (ya ha estado ahí). No se enfrenta, porque tiene miedo, no se queja, prefiere coger sus cosas e irse, siempre habrá otro lugar, otra China, otra India que le espera. Una playa donde sacará una fotografía sobrecogedora. Un museo que le dará ideas. Porque todas esas cosas que componen a Mr. T son belleza, arte y colores. No hay nadie más tranquilo ante la cara de lo Hermoso. Es su mundo, donde ha crecido, es el aire que ha respirado. Del West Harling más suburbano, al Weston Colville más pastoril.

Una cerveza. Un vaso de leche. Una taza de Earl Grey.

Yo solía esperar a que él llegase. Esperar a que llegase... Yo era una horrenda Gorgona entonces (lo sigo siendo, solo que ahora no tengo con quién) y él seguramente sufría. Afirmo pues que la paciencia es su mayor virtud y la característica más salientable de este inglés cumpleañero. Era yo la que esperaba, pero él era el paciente.

Es tan difícil encontrar a una persona buena. Somos todos afortunados de que él exista; nos da esperanza, como raza, nos da un ejemplo, como personas, nos presenta un modelo de prioridades escogidas, un alma serena, libre de prejuicios. El afán de crear. Tenerle como amigo es poder contar siempre con alguien. Una voz al otro lado del teléfono que escucha activamente. ¿Soy yo igual de buena para él? Quisiera serlo.

Casi cuarenta años, ¿y quién habló de estabilidad? No es estable la vida del artista. Inquietud por el mundo, para Mr. T, el ancho mundo. Pero el miedo... claro, cuando todo se balancea, es imposible no tener miedo a la caída. ¿Sabrá que estoy aquí para recogerle, si se diese el caso? ¿Le habrá quedado claro que le quiero? ¿Se siente libre para confiarme sus secretos, del mismo modo en que lo hago yo? Quizás ya no le conozco. Quizás me equivoque. Y si es así, ojalá me permita estar a su lado el tiempo suficiente para ver el resultado final de su obra.

Mr. T: Peanut. What did you do with all those dreams?

3 comentarios:

Irma dijo...

Muchas felicidades para él! Y que cumpla muchos más.

Pato dijo...

¡Eso!

Anónimo dijo...

Chego tarde, Entschuldigung! Felicidades, Mr. T! Fostes dous anfitrións estupendos en Hastings, parrula, aquel encontro resultou o mellor da miña estancia en Inglaterra. Peccato que naquel momento eu tiña un monstro respirándome no colo...

:***