martes, 16 de diciembre de 2008

El cumpleaños del día: Dr Who


Así es el nick que me he inventado para mi gran amigo, que nació tal día como hoy, de padre inglés y madre alemana, en una ciudad bellísima y académica como es Oxford. Quiso el destino que nos conociésemos, no mientras yo vivía en esa población universitaria, sino cuando ya me había mudado a Brighton-and-Hove y ya estaba apunto de mudarme, por cuarta vez, al odioso Hastings.

La cosa fue así: Humbug y yo trabajábamos juntas en el grasiento Pink Café y habíamos hecho muy buenas migas. Ella compartía piso con varias personas, entre ellas el siempre dispuesto a hacer amigos Dr Who. Como yo estudiaba tercero de japonés en Falmer (la universidad de Brighton, que tiene forma de gato) y él estaba en su último año de Ciencias Sociales, Humbug nos sugirió a los dos quedar en la cafetería para que pudiésemos matar las horas muertas mientras esperábamos el tren.

Comenzamos a quedar todas las semanas. Hablábamos de música, de cine, de series, de amores imposibles, de sueños, de viajes, de secretos. Comenzamos a vernos en Hastings, donde hacíamos largas excursiones subiendo al monte, comprando pasteles, visitando todas y cada una de las numerosísimas tiendas de curiosidades que poblaban la zona vieja. Incluso íbamos a la playa, esa horrenda playa de piedras y grisácea agua helada. Montábamos en autobús, por el solo placer de ir a dar una vuelta. Montábamos en tren, y acabábamos en Rye, en Eastborne o en Lewes.

Hablábamos sin parar. Él era casi mi única compañía. Yo estaba desesperadamente sola y el Dr Who me acompañaba con sus cd (la colección Pato Lagoa se la debo enteramente a él), con sus hilarantes llamadas de teléfono, sus confesiones, sus intentos por sacarme de la fortaleza donde vivía.

Cuántas veces me habrá hecho reír a carcajadas con su sinceridad y su entrañable torpeza.

Una noche me invitó a cenar en el piso que compartía con Humbug. Sacó su maravilloso bote de perejil picado (fabricado en el 67 y caducado en el 79) y, en vez de aceite, frió los frijoles en vinagre. Estaba asqueroso y estaba sublime. Nunca volveré a probar una comida igual.

Pues así es el Dr Who; es sincero y cariñoso, es romántico. Se apasiona por la vida. Es de un optimismo envidiable. Es un amigo a quién debo mi cordura. Y estoy segura de que ahora es también un marido maravilloso para Brontë y que pronto será un papá de lo más divertido.

Mi querido Dr Who: Feliz cumpleaños y que cumplas muchos más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Unha entrada moi emotiva, Pato.
Feliz cumpreanos, Dr. Who!!!

Irma dijo...

Jo, qué majo me ha caído el Dr. Who. XD

Muchas felicidades para él!!